El equipo de Van Gaal dejó una imagen pobre contra un rival que perdió a su figura, Sadio mané, y aun así mereció mejor suerte, aunque pecó por imprecisión. La victoria 2-0 fue larga y con muy poco brillo y largos pasajes de aburrimiento. Poco les importará a los naranjas al ver la tabla, pero fue así.
Fue un primer tiempo que contrastó con los demás juegos del Mundial, un juego impecable en las defensas, pero atascado en el medio e intrascendente en las bandas, de esos que para los entrenadores son divinos porque son “muy tácticos” y que para el resto de la humanidad es una invitación al bostezo.
El resumen de esa primera parte lo deja claro: un cabezazo de Blind, un remate más de buena intención que otra cosa de Senegal y poco más. Incluso los africanos parecieron más atrevidos pero imprecisos sin su estrella, el lesionado Sadio Mané.
Fue necesario esperar hasta el minuto 65 para la primera opción real de gol, una recuperación de Mendy en la mitad, pase inmediato a Dia y remate que salvó el arquero, preciso abajo, al palo. Increíble cómo la excesiva disciplina táctica mataba la chispa.
Pero aún en ese esquema en el que parecía que no pasaba nada, en su primer remate al arco fue Países Bajos el que castigó con Gakpo, quien anticipó la salida del arquero Mendy y a los 84 puso la cuenta 1-0.
Respondió el campeón africano con un furioso remate de Dia que tapó brillante Noppert, el que parecía el mejor de la cancha.
Y ya en el cierre Klaassen aprovechó una duda del arquero Mendy y puso la cuenta 2-0, tanto que deja a los naranjas segundos en el grupo A, con mismos puntos y goles que Ecuador.
