
Que quede claro desde ya: NO SOY URIBISTA (¡¡¡!!!) ni nada que termine en ISTA (Petrista, comunista, progresista, socialista, fascista, nazista, izquierdista) con excepción de PERIODISTA.
Pero causa dolor ver a una Colombia llena de odio, resentimiento, y lo que es peor, insolidaria.
Ustedes se pueden imaginar cómo estaría ardiendo este país si quien hubiera muerto hoy hubiese sido un precandidato presidencial del petrismo o progresismo, que es lo mismo.
Cómo sería el estallido de los progresistas si el condenado no fuera el ‘Monje’ de Álvaro Uribe, sino uno de la izquierda. Estaríamos ante una Colombia en llamas.
Estamos frente a una nueva sociedad, excesivamente agresiva, creada por el progresismo petrista que celebra las desgracias ajenas y hasta condenan la demora en morirse de Miguel Uribe. A quien se dedicaron a mostrarlo como una ‘mercancía’ electoral, cuando todos los especialistas sabían y diagnosticaban que nunca iba a ser el mismo así se salvara.
Sindicaban a la familia del muerto como ‘mercaderes’ porque no lo dejaban morir.
Hasta donde ha llegado la infamia de los progresistas.
Pero ninguno ha salido a exigir que se condene a todos los responsables de este criminal atentado, que apunta a las disidencias de las Farc, con las cuales el presidente de los progresistas tiene una inexplicable ‘atracción fatal’.
Aquí otro interrogante. Se pueden imaginar que un Presidente de Colombia, no de izquierda, estuviera negociando con las Autodefensas, y éstas, en plenas conversaciones de paz atenten contra un candidato presidencial, qué hubiese pasado.
La tengo clara. La guerrilla en este país perdió la guerra, pero ganó la paz. Las autodefensas ganaron la guerra, pero perdieron la paz. Y el Estado colombiano perdió la guerra, la paz, la dignidad, el respeto y la vergüenza… lo perdió todo. Y esto último lo sabe muy bien el progresismo.